MÁSTER EN PROCESO DE CREACIÓN
Esta labor nos llevará varios años de creación, por lo que todavía no podemos ofrecer información de la misma, la cual aparecerá indicada en esta misma sección.
Sin embargo, queremos ofrecerte una breve introducción a lo que será este máster, atendiendo a su concepción, autores y teorías básicas:
(Texto recogido de su fuente original: https://repositorio.uam.es/handle/10486/671148)
La psicología transpersonal fue gestada en la década de los años 60 en California, por un grupo de psicólogos preocupados por el reduccionismo al que había sido sometida la psicología en cuanto a la comprensión de la psique humana. En la historia de la psicología, cada escuela nace para llenar un vacío de la anterior. Sin entrar en explicaciones sobre las diferentes escuelas habidas hasta ese momento, la psicología transpersonal nace como consecuencia de un aspecto de la experiencia humana que no había sido estudiado por las escuelas precedentes, denominándose “la cuarta fuerza en psicología”. Siendo la primera el conductismo (y posterior desenlace en la psicología cognitiva), la segunda el psicoanálisis y la tercera la psicología humanista.
Abraham Maslow (1908-1970), fue el fundador de la psicología humanista, una psicología que quiso rescatar la importancia del individualismo, de la libertad, de la espontaneidad, autenticidad, responsabilidad, la experiencia de ser humano, la salud mental positiva, el desarrollo del potencial humano, y la autorrealización personal, que no tuvieron en cuenta las escuelas precedentes. Pero descubrió que muchas personas autorrealizadas, afirmaban tener experiencias transcendentes, extáticas, místicas, unitivas, experiencias cumbre, metamotivacionales, motivadas por valores universales superiores como el amor, la empatía, la creatividad, la intuición, el altruismo, la compasión… De forma que consideró estas experiencias transcendentes, expresiones de una naturaleza humana común, una capacidad innata que sólo debía despertarse y desarrollarse. Así que sugirió la necesidad de crear una psicología que se ocupase de investigar este tipo de fenómenos. Y en 1967, propuso a sus colegas Stanislav Grof, Anthony Sutich, Miles Vich, James Fadiman, Viktor Frankl, Michael Murphy y otros, la expresión “psicología transpersonal” para referirse a ese tipo de experiencias, desembocando en la creación del Journal of Transpersonal Psychology y la Association for Transpersonal Psychology (Sutich, 1969). Así surgió esta nueva psicología, como resultado de una evolución, que integra y transciende las psicologías precedentes (Almendro, 2004; González-Garza, 2005; Grof, 2010; Puente, 2009; Walsh y Vaughan, 1991). Posteriormente, en 1984, la American Psychological Association (APA) consideró la creación de una nueva división para esta nueva psicología, pero hubo un gran debate en las divisiones 32 (psicología humanista) y 36 (psicología de la religión) considerando que el ámbito de estudio de la psicología transpersonal también era interés de la psicología humanista y de la psicología de la religión, aunque no fuese su foco principal, por lo que no tenía sentido crear una división diferente (Aanstoos, Serlin, y Greening, 2000).
El término “transpersonal” está compuesto por un prefijo (trans) y un adjetivo (personal). Que componiéndolos literalmente significaría “lo que está más allá de lo personal”. Pero el prefijo “trans” también significa “a través de”, es decir “a través de lo personal”. De modo que lo transpersonal se refiere a las experiencias, procesos y eventos que trascienden nuestra limitada sensación habitual de identidad y nos permiten experimentar una realidad mayor y más significativa (Daniels, 2008, p. 29). Aplicando esto al terreno de la psicología, definiríamos la psicología transpersonal de este modo:
La psicología transpersonal es la disciplina interesada por la expansión del campo de la investigación psicológica hasta incluir el estudio de los estados de salud y bienestar psicológicos de nivel óptimo. Reconociendo la potencialidad de experimentar una amplia gama de estados de consciencia, en algunos de los cuales la identidad puede ir más allá de los límites habituales del ego y de la personalidad
(Walsh y Vaughan, 1991, p. 15).
Y lo mismo adaptado a la psicoterapia, tan ligada a la psicología:
La psicoterapia transpersonal incluiría los campos e intereses tradicionales, a los que se agrega el interés por facilitar el crecimiento y la toma de conciencia más allá de los niveles de salud tradicionalmente reconocidos. Afirmando la importancia de las modificaciones de la consciencia y la validez de la experiencia y la identidad transcendentales (p. 15).
No obstante, la definición de psicología transpersonal sigue siendo un debate actual todavía a día de hoy, cincuenta años después de su surgimiento, pues siempre resulta complejo para la mente entender y conceptualizar algo que está más allá de lo racional. Además, en el caso de la psicología transpersonal el debate está motivado por la gran cantidad de experiencias y circunstancias que integra. Por eso en una revisión literaria que se hizo acerca de las 40 definiciones que se publicaron sobre el término “psicología transpersonal” en el Journal of Transpersonal Psychology desde 1969 hasta 1991, se encontró que los términos más empelados para definirla fueron: (1) estados de consciencia, (2) potencial más elevado, (3) más allá del ego o del yo personal, (4) transcendencia, (5) espiritual. Concluyendo en esta definición que representaba a todas:
El interés de estudio de la psicología transpersonal son los potenciales más elevados de la humanidad, y el reconocimiento, la comprensión, y la realización de los estados de consciencia unitivos, espirituales y transcendentes.
(Lajoie y Shapiro, 1992, p.91)
Shapiro, Lee, y Gross (2002) en un trabajo posterior, realizaron un análisis temático de 80 definiciones sobre psicología transpersonal publicadas en diferentes fuentes bibliográficas, revelando que existían dos grandes categorías para definirla, englobando en una tercera el resto de definiciones que se utilizaron en menor proporción:
- Más allá o transcendiendo el individuo, el ego, el yo, la persona, la personalidad, y la identidad personal. Existencia de un yo más profundo, verdadero y auténtico (66,2%).
- Espiritualidad, psicoespiritual, desarrollo psicoespiritual, lo espiritual, espíritu (61,2%).
- Estados de consciencia especiales, interconexión, unidad, transcendiendo otras escuelas de psicología, énfasis en un abordaje científico, misticismo, total espectro de la consciencia, potencial superior, inclusión de psicologías no occidentales, meditación, existencia de una realidad más amplia.
Y todavía en una ulterior revisión más extensa realizada por Hartelius, Kaplan y Rardin (2007), que incluía los dos trabajos anteriores más otros, en el lapso de 35 años, encontraron que tras un análisis de 160 definiciones sobre psicología transpersonal, ésta era entendida en base a tres ejes principales:
- Una psicología que va más allá del ego.
- Una psicología integrativa u holística.
- Una psicología transformativa.
Tras todo lo dicho anteriormente, podemos hacernos una idea más o menso clara, acerca del campo de estudio de esta disciplina, algo que ha sido recogido y profundizado recientemente por Hartelius, Rothe, y Roy (2013a), distinguiéndola de la psicología espiritual o la psicología de la religión (Hartelius, Friedman, y Pappas, 2013b). Aunque por su mayor similitud con la primera, hay quien para simplificar habla de “psicología espiritual” para referirse a la “psicología transpersonal” ya que no existe otra psicología que tenga como foco principal de estudio la dimensión espiritual.
Sin embargo, aunque ya hemos visto que la psicología transpersonal es ampliamente entendida por su elemento espiritual, pero no religioso, la principal característica por la que se distingue de lo puramente espiritual (y más aún de lo religioso) es su énfasis en el estudio de la sensación de identidad (o ego). Identidad que de ser individual, pasaría a ser colectiva, y se expandiría abarcando por ejemplo a otras personas, animales, mundo vegetal, etc. Ejemplos para entender esta expansión de la propia identidad los encontramos en diferentes circunstancias, y niveles, que van desde lo más próximo al ser del individuo, hasta lo más lejano. Por ejemplo; ser padre o madre, hace que sintamos a nuestros hijos como parte de nosotros, aunque no sean realmente nosotros. En un nivel más colectivo, tenemos aquellas personas que sienten sus mascotas como si fuesen sus hijos, pues también les sienten parte de ellos, y cualquier cosa negativa que les ocurra podría afectarles casi como si se tratase de un familiar. Progresando en la línea expansiva del ego o de nuestra identidad, tenemos a las personas vegetarianas y veganas, que pueden sentir el dolor de un animal cualquiera tan íntimamente, que eligen dejar de comer alimentos de procedencia animal. Y algo parecido podríamos decir de aquellos que cuidan su jardín y sus flores como si de sus hijos se tratase también, podando con sumo cariño las ramas de sus arbustos, y hasta dirigiéndole palabras bonitas a sus plantas del amor que les tienen. Podríamos seguir poniendo ejemplos de esta expansión de la identidad individual, hasta niveles inalcanzables al entendimiento común, como han sentido los místicos de todas las culturas experimentando a Dios, dígase San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús por ejemplo. Lo que debe quedar claro es que la psicología transpersonal es sobre todo una psicología del estudio del ego y los estados y estadios que lo trascienden. Por lo tanto, esta psicología es una psicología de la consciencia, entendiendo consciencia como la experiencia íntima de ser que somos, una vez hemos transcendido nuestros pensamientos, y nuestras emociones, aquella esencia que nos hace singulares, que nos proporciona la vivencia pura de la existencia (Martínez-Lozano, 2007).
Al igual que la psicología evolutiva distingue diferentes etapas en el desarrollo cognitivo de la persona (Piaget, 1947/1999; Vygotski, 1934/2010). Desde la psicología transpersonal se entiende que nuestra consciencia individual o ego, también se puede desarrollar hasta estadios muy avanzados del desarrollo humano, alcanzando estadios de consciencia unitivos o místicos (Wilber, 1977, 1980). Desde esta psicología, cuanto más adentro de nosotros mismos llegamos, más nos expandimos hacia lo que está fuera de nosotros, porque nos damos cuenta de que en esencia, todos somos uno. A este modo de cognición se le conoce como “no-dualidad” (Martinez-Lozano, 2014).
Así pues, esta psicología aúna el estudio de la psique proveniente de las escuelas de psicología occidentales, con el estudio de la psique oriental, que han transmitido las milenarias filosofías de la mente y el espíritu como el budismo y el hinduismo entre otras. De esta forma, esta psicología abraza todos los tipos de psicología que han existido en las diferentes culturas, por lo que se convierte en una psicología totalmente integral (Wilber, 1994, 2000). Tanto es así que incluso se habla de la evolución humana como una evolución de consciencia colectiva, dando lugar no ya a una psicología integral, sino a una “visión integral” del ser humano, partiendo de un mapa de cuatro ejes (individual, colectivo, interior, exterior) desde el que se conectan todas las disciplinas del saber en función del lugar que ocupan en su línea y nivel del desarrollo (Wilber, 2005).
Aunque no se conoce mucho sobre esta psicología, su primer origen data de 1894 cuando William James (uno de los fundadores de la psicología actual) fue nombrado presidente de la American Psychological Association (APA), inaugurando su posición exponiendo que la ciencia psicológica se equivocaba separando el sujeto que estudia, del objeto estudiado, como si fuesen dos entidades separadas. “No existe un objeto independiente de quien lo percibe, porque todos los objetos siempre dependen de quien los observa". De esta forma criticó el experimentalismo que se estaba dando contemporáneamente en psicología en aquel momento. James insistía en la necesidad de explorar la experiencia humana más pura en todas sus manifestaciones. Y acuñó el término “empirismo radical” para expandir la noción del empirismo más allá de la mera observación sensorial del mundo externo y abarcar de este modo, la observación de los estados y procesos mentales internos. Motivación que le llevo a publicar “Las variedades de la experiencia religiosa” en 1902, basándose en el estudio de las experiencias personales directas de los individuos (Daniels, 2008, p. 36).
Pero a juzgar por el desarrollo que ha tenido la psicología desde sus albores, parece que sus recomendaciones sobre el estudio de la experiencia subjetiva de la persona no tuvieron mucho eco, y se siguió con la psicología experimental, cuyo fundador fue Wilhelm Wundt. No obstante, James volvió a ser elegido presidente de la APA en 1904. Y al año siguiente en una formación que dio en la Harvard University, utilizó el término “transpersonal” por primera vez, para referirse al mismo tema con el que abrió su primera presidencia de la APA, argumentando que “cuando dos personas ven el mismo objeto, el objeto se convierte en trans-personal (Taylor, 1996, p. 26; Vich, 1988). Este razonamiento es una de las piedras angulares de la psicología transpersonal, que además tiene en común con la física cuántica (Bhom, 1987, 1988; Heisenberg, 1963, 1971; Panda, 2011; Rosenblum y Kuttner, 2010), ya que tal y como mantienen las filosofías milenarias orientales, y en especial el budismo, el conocimiento por reflexión mental es dual y por tanto sólo significa una parte de la realidad. Cuando pensamos, existe una división entre el objeto (pensamiento conocido) y el sujeto (el yo que conoce). Mientras que cuando conocemos a través de nuestra pura atención consciente, (conocimiento no-dual), no hay un objeto que conocer diferente del sujeto que lo conoce. Ejemplificándolo en palabras de Martínez-Lozano (2014, p.37): “si la piensas, la vida es solo un objeto, algo que tienes y que por tanto puedes perder. Por el contrario si dejas caer todos los pensamientos y atiendes la vida de una manera no-mediada por la mente, percibirás que la vida, sencillamente es. Y que tú mismo eres vida. No existe ninguna distancia entre la vida y tú”. Esta experiencia de la realidad, donde no hay distinción entre sujeto y objeto de conocimiento, entronca con la definición que se ha venido dando sobre espiritualidad, entendiéndola como la relación que establecemos con nosotros mismos, con los demás y el entorno, y con lo transcendente. Este ser-en-relación, conllevaría esa sensación de totalidad o plenitud de la que habla el modelo de cognición no-dual o transpersonal.
Recientemente se ha publicado una obra que aglutina prácticamente todas las áreas que comprende la psicología transpersonal, convirtiéndose en el trabajo más profundo y extenso sobre psicología transpersonal jamás publicado hasta la fecha (Friedman y Hartelius, 2013). No obstante, repasaremos aquí los principales teóricos (antiguos y actuales) de esta psicología:
Abraham Maslow (1969, 1983, 1990). Psicólogo que como ya hemos dicho, encontró que las personas autorrealizadas veían transformados sus valores y objetivos personales hacia unos de alcance universal como la verdad, la bondad, la belleza, la unidad, la perfección, la justicia, o el amor. Pasando su motivación de estar centrada en sus propios intereses (personales) a estarlo en los intereses del “todo” del que forman parte (transpersonales). Así, la persona se acaba identificando cada vez más con el mundo, y menos consigo misma, diluyéndose la distinción entre el yo y lo demás.
Carl Gustav Jung (2010). Psiquiatra cuya teoría está basada en los conceptos de arquetipo, y el inconsciente colectivo. Los arquetipos son pautas universales de experiencia, que se encuentran más allá de la persona, es decir, de su nivel mental individual. Jung propuso una teoría del desarrollo dividida en dos fases: una que comprendería la primera mitad de la vida donde la persona se adapta al mundo exterior, y otra que abarcaría la segunda mitad de la vida donde el individuo se adaptaría al mundo interior. En la primera fase se daría el desarrollo físico, intelectual, social y la creación del ego y la personalidad. Y en la segunda la persona se encontraría con realidades arquetípicas en el camino hacia su individuación (autorrealización transpersonal de sí mismo). En este camino, deberá pasar por el arquetipo de la “sombra”, que representa aquellos rasgos inaceptables, desagradables e inconscientes que contradicen la imagen consciente que la persona tiene de sí misma.
Roberto Assagioli (1977, 2004): Psiquiatra italiano en cuyo modelo de la psique diferencia tres estratos del consciente:
-Inconsciente inferior: energías afectivas, sentimentales y sexuales sublimadas, represiones, pasiones, impulsos e instintos suprimidos.
-Campo de consciencia: aquí se encuentra el yo-consciente de uno mismo, la personalidad, el reflejo del yo superior.
-Inconsciente superior: intuición, valores elevados, funciones psíquicas superiores, estados de concentración máxima, iluminación y éxtasis. Aquí se encontraría el yo-superior, el yo-verdadero que junto con el yo-consciente hacen uno.
Existirían pues dos tipos de desarrollo, el que formaría al yo-consciente (psicosíntesis personal) y el que transformaría éste, en yo-supraconsciente (psicosíntesis transpersonal).
Stanislav Grof (1993, 1994, 1995, 1999, 2001, 2002). Único fundador de la psicología transpersonal actualmente vivo. Psiquiatra cuya teoría proviene de su experiencia clínica, elaboró su modelo a partir de sus hallazgos en la administración terapéutica de LSD a enfermos psiquiátricos, y su posterior uso de la Respiración Holotrópica. Encontró que tales experiencias proporcionaban a los pacientes similares vivencias sensoriales, emocionales, traumas pasados revividos, episodios de muerte-renacimiento, experiencias extáticas, místicas y fenómenos que trascienden el ego. Su gran aportación fue la ampliación del inconsciente, incluyendo el dominio perinatal (experiencias intrauterinas y del nacimiento) y transpersonal, al ya conocido biográfico. Para Grof la consciencia transpersonal es lo que impregna todo en la vida, es infinita y trasciende los límites del espacio y tiempo. Desarrolló el concepto de las crisis emergentes, en las cuales se dan procesos de muerte y renacimiento, semejantes a las que vive el bebé en el momento del parto, ya que al salir por el estrecho vientre de la madre puede sentir que va a morir asfixiado, cuando realmente se está produciendo una transformación a un nuevo tipo de vida. La muerte significaría la ruptura del orden establecido hasta entonces, y el renacimiento sería el paso a una nueva realidad que integraría y superaría a la anterior. O dicho con otras palabras, el proceso de muerte sería la sensación de destrucción de la personalidad (egoica), y el renacimiento, el surgimiento de una personalidad o forma de ser renovada.
Ken Wilber (1977, 1979, 1980, 1983, 1994, 2000, 2005, 2006, 2007). Basado en la filosofía perenne, postula que existe un fundamento último (consciencia, espíritu, dios) que se manifiesta en la materia y evoluciona a través de un espectro de la consciencia, hasta llegar a realizarse completamente. En el ser humano, tal desarrollo pasaría por una secuencia de “fulcros” o fases donde la sensación de identidad personal iría expandiéndose hasta llegar a la no-dualidad o fusión con el todo, transitando los estadios pre-personales, personales y finalmente transpersonales. Las patologías psicológicas que un individuo pueda tener a lo largo de su vida, estarán asociadas a cada una de esas etapas del desarrollo. Y en función del nivel de consciencia que presenta la persona en cada una de las etapas, le correspondería un tipo de tratamiento o terapia. Ken Wilber, en su propio desarrollo personal y profesional, llegó a encontrar en el término “integral” una representación más ajustada, con la que nombrar a su enfoque teórico “OCON” de la evolución de la consciencia, que se representa en un mapa de coordenadas “X,Y” integrando cuadrantes, niveles, líneas, estados y tipos. En él intenta dar explicación al desarrollo y evolución del ser humano teniendo en cuenta sus realidades interior y exterior, individual y colectiva, interconectando múltiples disciplinas del saber como son la psicología, la biología, la espiritualidad, la sociología, las humanidades, las ciencias naturales, la antropología, la política, la economía, la salud física y la ecología entre otras, ofreciendo una explicación lo más abarcadora posible al mundo de hoy.
Michael Washburn (1997, 1999): Filósofo que toma la perspectiva psicoanalítica, de desarrollo del ego y junguiana, además de numerosos casos clínicos para elaborar su teoría. Ésta se compone de dos elementos básicos: el ego y el núcleo no egoico. Según este autor, la base del psiquismo estaría compuesta por un Fundamento Dinámico (núcleo no egoico) con potencialidades preegoicas y transegoicas. Nuestro desarrollo evolutivo desde el nacimiento se ve marcado por la emergencia del ego (personalidad o mente), que reprimirá al núcleo no egoico (ser esencial). El desarrollo transpersonal significaría la reconexión e integración del ego con el núcleo no egoico. Para llegar a esto, hará falta sumergirse en la oscuridad del inconsciente, donde nos encontraremos con experiencias aterradoras y negativas como la angustia, el absurdo, la culpa, la extrañeza, la paranoia, etc (lo que se llama regresión al servicio de la trascendencia) que una vez aceptadas conducirán al estadio transegoico, caracterizado por experiencias numinosas, de éxtasis espiritual, amor universal, integración con los demás seres, el cuerpo y la naturaleza (este estadio toma el nombre de regeneración en el espíritu). Este proceso y evolución transpersonal seguiría un desarrollo en espiral donde el ego debe regresar repetitivamente a las profundidades del inconsciente antes de llegar a la regeneración espiritual.
Jorge Ferrer (2002). Psicólogo transpersonal español afincado en San Francisco, considera que el verdadero desarrollo transpersonal sólo es posible superando el egocentrismo y el narcisismo espiritual inicial. Su visión del fenómeno transpersonal se entiende como un evento participativo multilocal, es decir que la emergencia del ser transpersonal ocurre no sólo en el locus intrasubjetivo de un individuo, sino también en una relación, una comunidad, una identidad colectiva y un lugar. Rechaza por completo que los fenómenos transpersonales o espirituales sean esencialmente experiencias interiores humanas. Cuando el ser transpersonal emerge, no cambia tanto nuestra experiencia del mundo, sino que nuestra experiencia-y-el-mundo se transforman co-creativamente de forma mutua.
Viktor Frankl (1988, 1992, 1993, 1999, 2001, 2002) Psiquiatra judío que tras experimentar el holocausto nazi, y tener que trabajar en varios campos de concentración, observó que en las personas existe una energía que es la responsable de la vida, la cual permite a la persona soportar momentos extremadamente difíciles. Esta motivación intrínseca sería la voluntad de sentido. Todas las personas tienen un sentido por el que vivir, que es el que da fuerza y dirección a su vida. En muchas ocasiones esta búsqueda de sentido puede terminar en estadios transpersonales del desarrollo de la consciencia. Cuando el sentido en la vida falta, el individuo puede caer en un vacío existencial que derive incluso en patología mental. Esta necesidad de sentido sería lo que impulsaría a las personas hacia el significado transcendente de la vida y sus relaciones. Frankl fue el creador de la “logoterapia”, un tipo de psicoterapia basada en restaurar el sentido en aquellas personas que lo han perdido, o que son infelices porque no encuentran valor en su existencia.
Manuel Almendro (2002). Psicólogo pionero de la psicología transpersonal en Iberoamérica, basa su propuesta en las teorías del caos, la complejidad y las estructuras disipativas, formuladas por Ylia Prigogine, relacionándolo con las crisis emergentes formuladas por Stanislav Grof, caracterizadas por la irrupción del desorden, en el orden personal. Estas crisis serían fenómenos que habitualmente son considerados como patológicos, cuando en realidad suponen el proceso reorganizativo de la mente y el alma humana. En las crisis emergentes, se produciría un cambio cualitativo en el individuo que daría lugar a un nuevo nivel de organización superior. Este caos en la vida de la persona sería interpretado como un estado no ordinario de consciencia, que se viviría como caótico, pero que en realidad supone un elemento de crecimiento personal, puesto que es necesario ese desorden y caos en un determinado momento de la vida de la persona, para que su vida siga teniendo un orden. Por ejemplificarlo con una metáfora, sería como cuando desordenamos el armario para ordenarlo mejor.
Gracias por tu interés en la psicología y psicoterapia transpersonal. Y sobre todo, por tu motivación en el conocimiento interior, exterior y el crecimiento espiritual en la vida.
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